21.7.25
1.12.24
CALENDARIO LITÚRGICO 2025
CALENDARIO LITÚRGICO 2025
El domingo1 de diciembre de 2024 es primer domingo de Adviento, dando pues comienzo un nuevo Año Litúrgico.
Cada año litúrgico comienza
siempre en las vísperas del domingo más próximo al 30 de noviembre,
fiesta del apóstol San Andrés.
El domingo pascual, núcleo
del año litúrgico, quedó fijado por el Concilio de Nicea, reunido el año 325,
que dispuso que la Pascua se celebrase el domingo posterior al primer
plenilunio del equinoccio de primavera, o dicho de otra manera, el domingo que
sigue a la primera luna llena que haya después del 22 de marzo. La Pascua de Resurrección
es, por lo tanto, una fiesta variable y necesariamente deberá oscilar entre el
22 de marzo y el 25 de abril. Una vez fijado el domingo pascual de cada año se
establecen los demás tiempos movibles y sus fiestas: el tiempo pascual (cincuenta
días posteriores) con su final en la solemnidad de Pentecostés y el tiempo
cuaresmal (cuarenta y cuatro días atrás si contamos desde el Miércoles de
Ceniza al Jueves Santo), además de las solemnidades dependientes del Domingo Pascual
y de Pentecostés: Ascensión, Santísima Trinidad, Corpus Christi, Sagrado
Corazón.
Este año que comienza es Ciclo C, año
impar.
Comienza el Adviento I Domingo de Adviento: 1 de diciembre de 2024.
La Sagrada Familia: Domingo, 29 de diciembre de 2024. Fiesta.
Bautismo del Señor: Domingo, 12 de enero
de 2025. Fiesta. Finaliza el tiempo de Navidad y comienza el
Tiempo Ordinario, primera parte.Comienza
la Cuaresma
Miércoles de Ceniza: 5 de marzo de 2025
Domingo de Ramos en la Pasión del Señor: 13 de abril de
2025.
Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor: 20 de abril de 2025. Comienza el
Tiempo Pascual.
Ascensión del Señor: Domingo, 1 de junio de 2025.
Solemnidad.
Domingo de Pentecostés: 8 de junio de 2025. Solemnidad. Termina el Tiempo
Pascual y se reanuda el Tiempo Ordinario, segunda parte.
Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote: jueves 12 de junio de 2025. Fiesta.
Santísima Trinidad: Domingo, 15 de junio de 2025.
Solemnidad
Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo: Domingo, 22 de junio de 2025. En Sevilla
se mantiene la procesión y Liturgia el jueves anterior, 19 de junio de 2025.
Solemnidad.
Sagrado Corazón de Jesús: Viernes, 27 de junio de 2025.
Solemnidad
Jesucristo, Rey del Universo: domingo 23 de noviembre de 2025. Solemnidad
En el año 2025 el Tiempo Ordinario (color verde) comprende 33 semanas, de
las cuales las ocho primeras se celebran antes de Cuaresma, comenzando el 13 de
enero, lunes siguiente a la fiesta del Bautismo del Señor, hasta el 4 de marzo,
día anterior al Miércoles de Ceniza. Se reanuda de nuevo el tiempo ordinario
con la X semana, el 9 de junio, lunes después del domingo de Pentecostés, hasta
el sábado 29 de noviembre de 2025, vísperas del I Domingo de Adviento del nuevo
Año Litúrgico. Se omite la semana IX.
Para 2025 el número áureo es el 9; Epacta: XXX; Letra dominical: e; Letra del
Martirologio: P.
Las vestiduras en Adviento y Cuaresma son
moradas, blancas en tiempo de Navidad y Tiempo Pascual y verdes en el Tiempo
Ordinario.
El rojo se usa en determinadas fiestas y
el rosa se puede usar en el III
Domingo de Adviento (Gaudete) y en el IV
Domingo de Cuaresma (Laetare).
FIESTAS
DE PRECEPTO EN ESPAÑA
- 1 enero: Santa María,
Madre de Dios.
- 6 enero: Epifanía del Señor.
- 19 marzo: San José, esposo de la bienaventurada
Virgen María.
- 25 julio: Santiago, apóstol.
- 15 agosto: La Asunción de la Virgen
María.
- 1 noviembre: Todos los Santos.
- 8 diciembre: Inmaculada Concepción de la
bienaventurada Virgen María.
- 25 diciembre: La Natividad del Señor.
Todos los días anteriores se celebran como
solemnidad.
Cada
diócesis debe añadir las fiestas que acuerde el obispo. La Iglesia considera
como días y tiempos penitenciales todos los viernes del año y el tiempo de
Cuaresma.
Recordamos que son días de abstinencia TODOS los viernes del año, no sólo los de Cuaresma (excepto si coinciden con
alguna solemnidad), que puede sustituirse por cualquiera de las siguientes prácticas recomendadas por la Iglesia:
lectura de la Sagrada Escritura, limosna (en la cuantía que cada uno estime en
conciencia), otras obras de caridad (visita de enfermos o atribulados), obras
de piedad (participación en la santa misa, rezo del rosario, etc.) y
mortificaciones corporales. Ayuno y abstinencia son el Miércoles de Ceniza y el
Viernes Santo. La ley de la abstinencia obliga a todos los mayores de 14 años
en adelante y la del ayuno a los mayores de edad
hasta los 59 años (CDC cánones 1249 y siguientes).
LIBROS QUE
SE UTILIZAN DURANTE ESTE AÑO
Liturgia de las Horas
Volumen I, II, III y IV.
Misa
Misal Romano.
Leccionario dominical I-Ciclo C
Leccionario II: Ferias de Tiempos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua.
Leccionario III-Año impar: Ferias del Tiempo Ordinario.
Leccionario IV: Propio de los santos y
misas comunes.
Leccionario V: Para las misas rituales y
de difuntos
Leccionario VI: Para las misas por diversas necesidades y votivas
Oración de los fieles.
Libro de la Sede.
https://www.conferenciaepiscopal.es/wp-content/uploads/2024/11/CLP-2024-2025.pdf
18.2.24
LA LUZ EN LA LITURGIA II
Actualmente, el uso de la luz en la Liturgia católica es muy
evidente.
De todas las
luces de las que la Liturgia emplea en sus rituales la más importante, sin duda,
es la del cirio pascual, que se enciende al principio de la Vigilia Pascual en el
rito del Lucernario. De ese cirio toman los fieles el fuego para sus velas, a
la voz del diácono que anuncia: «Luz de Cristo», respondiendo todos «Demos
gracias a Dios».
Al cirio
pascual, en la Vigilia, se le inciensa.
Goce también la tierra,
inundada de tanta claridad,
y que, radiante con el fulgor del Rey eterno,
se sienta libre de la tiniebla
que cubría el orbe entero.
Ésta es la noche
en que la columna de fuego
esclareció las tinieblas del pecado.
Ésta es la noche
en que, por toda la tierra,
los que confiesan su fe en Cristo
son arrancados de los vicios del mundo
y de la oscuridad del pecado,
son restituidos a la gracia
y son agregados a los santos.
El cirio pascual
se enciende toda la cincuentena pascual, en los bautizos y en la misa exequial.
Su luz acompaña al cristiano toda su vida: desde su nacimiento por el bautismo
hasta su muerte en esta tierra.
También la luz,
en forma de velas, se usa en la administración de los sacramentos. Para el
bautismo, del cirio pascual se toma luz en una vela, que se entrega a los
padres diciendo: Recibid la LUZ de Cristo
En la misa se
usan dos o más velas, sobre el altar a cerca del mismo. Simbolizan veneración y celebración festiva.
En la procesión de entrada dos ciriales
acompañan a la cruz y también se colocan en el Evangelio a ambos lados del
ambón.
Si oficia el obispo
se colocan siete candeleros.
Otra luz importante es la que arde
constantemente ante el Sagrario, para indicar la presencia de Jesús
sacramentado.
También se usan
cuatro o seis velas en la exposición del Santísimo. En las procesiones con el
Santísimo se le acompaña con cirios encendidos. Por cierto que el color
eucarístico es el blanco.
Se usan cirios en la procesión de las candelas, fiesta de la Presentación de Jesús en el templo.
En la Liturgia de las Horas, se
tiene en cuenta la luz: los Laudes son al amanecer y las Vísperas al anochecer.
Las demás horas también tiene su tiempo propio a lo largo del
día.
8.2.24
LA LUZ EN LA LITURGIA (I)
En un par de artículos vamos a desarrollar el tema del uso de la luz en la Liturgia.
La luz es un
elemento importante dentro de los signos que usa la Liturgia.
La luz simboliza
la verdad, la salvación, la liberación, así como las tinieblas se identifican
con el pecado, la ignorancia y el error.
En el Antiguo Testamento hay
numerosos ejemplos del uso de la luz y de las velas en los ritos de los judíos.
La fiesta de la Janucá o la luz que ardía permanentemente en un altar del
templo de Jerusalén son buenos ejemplos.
La luz es una constante
dentro de la religión judía a través de los siglos y ha estado presente en todas las ceremonias y
festividades hebreas, ocupando un elemento central de la liturgia judía. Además
de buscar a través de ella la santificación de ciertas fechas sagradas, la luz
encierra un significado propio que pone al judío en estrecho contacto con su
identidad.
En el Nuevo Testamento hay
también muchas referencias a la Luz.
Cuando
Jesús fue presentado al Templo tras su Nacimiento, fiesta que hoy celebramos el
2 de febrero, a los 40 días del Nacimiento, el anciano Simeón
tomó a Jesús en brazos en el templo de Jerusalén, y dijo: este Niño es luz para iluminar a los gentiles y gloria de
tu pueblo Israel (Lc 2,32).
En el evangelio de Lucas, dice que «Jesús les habló otra vez,
diciendo: Yo soy la luz
del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la
luz de la vida» (Jn 8, 12). La luz es todo un símbolo de la vida, la alegría,
la paz, la seguridad.
El evangelista Juan narra
como Jesús explicó a sus discípulos el simbolismo de vivir en la luz y las
tinieblas: la luz vino al mundo, y los
hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Y el
juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas
que la luz, porque sus obras eran malas. Pues el que obra el mal odia la luz y
no va a la luz, no sea que sus obras malas sean descubiertas y condenadas. Pues
todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean
censuradas sus obras. Pero el que hace la verdad va a la luz, para que se vea
que sus obras han sido hechas en Dios. Pero el que obra la verdad, va a la luz,
para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.» ( Jn
3, 19-21).
San Pablo recuerda a los cristianos de Colosas que Dios Padre nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino del Hijo de su Amor por cuya sangre hemos recibido
la redención, el perdón de los pecados (Col 1,13).
3.12.23
CALENDARIO LITÚRGICO 2024
El domingo 3 de diciembre de 2023 es primer domingo de Adviento, dando pues comienzo un nuevo Año Litúrgico.
Cada año litúrgico comienza
siempre en las vísperas del domingo más próximo al 30 de noviembre,
fiesta del apóstol San Andrés.
El domingo pascual, núcleo
del año litúrgico, quedó fijado por el Concilio de Nicea, reunido el año 325,
que dispuso que la Pascua se celebrase el domingo posterior al primer
plenilunio del equinoccio de primavera, o dicho de otra manera, el domingo que
sigue a la primera luna llena que haya después del 22 de marzo. La Pascua de Resurrección
es, por lo tanto, una fiesta variable y necesariamente deberá oscilar entre el
22 de marzo y el 25 de abril. Una vez fijado el domingo pascual de cada año se
establecen los demás tiempos movibles y sus fiestas: el tiempo pascual
(cincuenta días posteriores) con su final en la solemnidad de Pentecostés y el
tiempo cuaresmal (cuarenta y cuatro días atrás si contamos desde el Miércoles
de Ceniza al Jueves Santo), además de las solemnidades dependientes del Domingo
Pascual y de Pentecostés: Ascensión, Santísima Trinidad, Corpus Christi,
Sagrado Corazón.
Este año que comienza es Ciclo B, año
par.
En este nuevo año litúrgico, las festividades
móviles quedan establecidas así:
Comienza el Adviento
I Domingo de Adviento: 3 de diciembre de 2023.
La Sagrada Familia: Domingo, 31 de diciembre de 2023. Fiesta.
Bautismo del Señor: Domingo, 7 de enero de 2024. Fiesta. Finaliza
el tiempo de Navidad y comienza el Tiempo Ordinario, primera parte.
Comienza la Cuaresma
Miércoles de Ceniza: 14 de febrero de 2024
Domingo de Ramos en la Pasión del Señor: 24 de marzo de 2024.
Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor: 31 de marzo
de 2024. Comienza el Tiempo Pascual.
Ascensión del Señor: Domingo, 12 de mayo de 2024.
Solemnidad.
Domingo de Pentecostés: 19 de mayo de 2024. Solemnidad. Termina el Tiempo
Pascual y se reanuda el Tiempo Ordinario, segunda parte.
Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote: Jueves 23 de mayo de 2024. Fiesta.
Santísima Trinidad: Domingo, 26 de mayo de 2024.
Solemnidad
Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo: Domingo, 2 de junio de 2024. En Sevilla se
mantiene la procesión y Liturgia el jueves anterior, 16 de junio de 2024.
Solemnidad.
Sagrado Corazón de Jesús: Viernes, 7 de junio de 2024.
Solemnidad
Jesucristo, Rey del Universo: Domingo 24 de noviembre de 2024. Solemnidad
En el año 2024 el Tiempo Ordinario comprende 34 semanas, de las cuales
las seis primeras se celebran antes de Cuaresma, comenzando el 8 de enero,
lunes siguiente a la fiesta del Bautismo del Señor, hasta el 13 de febrero, día
anterior al Miércoles de Ceniza. Se reanuda de nuevo el tiempo ordinario con la
VII semana, el 20 de mayo, lunes después del domingo de Pentecostés, hasta el
sábado 30 de noviembre de 2024, vísperas del I Domingo de Adviento del nuevo
Año Litúrgico.
Para 2024 el número áureo es el 9;
Epacta: XXVII; Letra dominical: b; Letra del Martirologio: H.
- 1 enero: Santa María,
Madre de Dios.
- 6 enero: Epifanía del Señor.
- 19 marzo: San José, esposo de la bienaventurada
Virgen María.
- 25 julio: Santiago, apóstol.
- 15 agosto: La Asunción de la Virgen
María.
- 1 noviembre: Todos los Santos.
- 8 diciembre: Inmaculada Concepción de la
bienaventurada Virgen María.
- 25 diciembre: La Natividad del Señor.
Todos los días anteriores se celebran como
solemnidad.
Cada
diócesis debe añadir las fiestas que acuerde el obispo. La Iglesia considera
como días y tiempos penitenciales todos los viernes del año y el tiempo de
Cuaresma.
Recordamos que son días de abstinencia
TODOS los viernes del año, no sólo los de Cuaresma (excepto si coinciden con
alguna solemnidad), que puede sustituirse por cualquiera de las siguientes prácticas recomendadas por la Iglesia:
lectura de la Sagrada Escritura, limosna (en la cuantía que cada uno estime en
conciencia), otras obras de caridad (visita de enfermos o atribulados), obras
de piedad (participación en la santa misa, rezo del rosario, etc.) y
mortificaciones corporales. Ayuno y abstinencia son el Miércoles de Ceniza y el
Viernes Santo. La ley de la abstinencia obliga a todos los mayores de 14 años
en adelante y la del ayuno a los mayores de edad
hasta los 59 años (CDC cánones 1249 y siguientes).
LIBROS QUE
SE UTILIZAN DURANTE ESTE AÑO
Liturgia de las Horas
Volumen I, II, III y IV.
Misa
Misal Romano.
Leccionario dominical I-Año B
Leccionario II: Ferias de Tiempos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua.
Leccionario III-Año par: Ferias del Tiempo Ordinario.
Leccionario IV: Propio de los santos y
misas comunes.
Leccionario V: Para las misas rituales y
de difuntos
Leccionario VI: Para las misas por diversas necesidades y votivas
Oración de los fieles.
Libro de la Sede.
Enlace al Calendario Litúrgico-pastoral 2024
https://www.conferenciaepiscopal.es/calendario-liturgico-pastoral-2023-2024/
15.9.23
EL STABAT MATER
El día 15 de septiembre la Iglesia celebra, como memoria obligatoria, la «Bienaventurada Virgen María de los Dolores».
La Liturgia de ese día contempla, como
opcional, la recitación o canto de una Secuencia, unos versos conocidos como Stabat Mater.
Los versos del Stabat Mater componen una de las cuatro secuencias
que la Liturgia hoy día ha conservado en la misa.
En su origen, la secuencia era una
composición litúrgico musical, que surgió como la prolongación del Aleluya,
como una larga vocalización de la «a» final del Aleluya. Al ser de tono festivo
se llamaron inicialmente jubilus, y más tarde se llamaron sequentia, porque eran como una continuación del canto del
Aleluya. El momento de mayor florecimiento de estas composiciones litúrgicas
fue durante los siglos de la Edad Media, donde fueron muy abundantes.
Del jubilus se pasó a un nuevo texto melódico, la sequentia cum prosa,
que solía separarse en versos pero desiguales y sin forma rítmica, y se
cantaban alternativamente por dos coros, uno de voces blancas y otro de hombres.
En el siglo XI se da lugar a una forma más
independiente del Alleluia y ya como poesía rítmica. Surgen las Secuencias
que hoy conocemos, de las cuales, la más popular es el Victimae Paschali, atribuida
a Wipo de Burugundia († 1048).
Las Secuencias gozaron del favor popular, por su forma
simple, silábica, sin la complicación de los interminables jubilus melismáticos,
de más difícil ejecución. Las Secuencias se prestaban al canto colectivo, tanto
dentro como fuera de la iglesia. Por
este motivo, las Secuencias dieron un gran impulso a lo que hoy llamamos canto religioso popular, es decir los cantos
populares de Misa, conformando uno de los tres géneros de la música litúrgica,
junto con la polifonía sacra y el gregoriano, que ocupa el primer lugar.
El papa san Pío V (1570), dejó solamente cuatro Secuencias
para la Liturgia: Victimae Paschali para la Pascua; Veni Sancte Spiritus para
Pentecostés; Lauda Sion para el Corpus Christi y el Dies Irae para las misas de Requiem de difuntos. Posteriormente se añadió por Benedicto XIII el Stabat Mater, para la memoria
de Nuestra Señora de los Dolores que hoy se celebra el 15 de septiembre. En la
actual reforma litúrgica se suprimió el Dies
Irae, tal vez por su tono
apocalíptico, quedando como secuencias obligatorias solamente la de Pascua y la
de Pentecostés, y las otras dos ad
libitum. La Secuencia,
que fuera de los días de Pascua y Pentecostés, es facultativa, se canta antes
del Aleluya[1].
La secuencia del Stabat Mater se conoce con ese
nombre porque sus primeros versos comienzan así:
Iuxta crucem
lacrimosa,
Dum pendebat
filius.
Estaba la Madre sufriendo
llorando junto a la cruz
de la que pendía su Hijo.
Toda
la Secuencia la forman unos versos bellísimos y expresivos que se atribuyen al
poeta y fraile
franciscano Jacopone da Todi (†1306). Esta plegaria, que comienza en latín con
las palabras Stabat Mater dolorosa
medita sobre el sufrimiento de María, la Madre de Jesús, durante la crucifixión
de su Hijo y el inmenso dolor y traspaso que padece al ver a su Hijo colgado de
la Cruz. Iconográficamente se representa esta escena con la Virgen arrodillada
o en pie, sola ante la Cruz con su Hijo crucificado. Esa dolorosa escena es
fuente inagotable de meditaciones y sermones, muy propios de Cuaresma y Semana
Santa. No confundirlo con la escena, muy parecida, de la Soledad de María, que aparece
sola ante la Cruz vacía o con el sudario.
El Stabat Mater ha tenido también una gran repercusión en el campo del
arte, tanto en la pintura y la escultura como en la música, siendo innumerables
las composiciones y los autores que han armonizado esos patéticos versos. Por
citar a algunos nombraremos a Pergolesi (el más famoso), Vivaldi, Palestrina,
Scarlatti o Haydn así hasta sumar decenas y decenas de composiciones musicales.
Litúrgicamente, en la actualidad se sitúa su canto o
recitación antes del Aleluya, no detrás, como fue en su origen. Y surge una
pregunta: ¿Qué postura corporal debemos adoptar los fieles durante la Secuencia?
Actualmente la OGMR no aclara nada, por lo que parece que se debería
cantar o escuchar su recitado estando sentados.
¿Se trata de una laguna normativa? Es evidente que no
se la menciona. Ahora bien, en realidad, la Secuencia tiene un carácter
meditativo, es una recreación de tipo dramático del misterio que se celebra, y
como tal, debe cantarse u oírse sentados. En conclusión, si vamos al espíritu, las
Secuencias deberían cantarse o escuchar su recitado de pie; si estamos a las
normas actuales, hay que cantarlas u oírlas sentados, más por deducción que
por claridad en la norma.
4.8.23
Las memorias libres de la Virgen (XI)
Con este artículo terminamos con el culto litúrgico a la Virgen, viendo sus memorias libres.
El Inmaculado Corazón
de María (sábado después del II domingo después de Pentecostés y que se celebra
al día siguiente al Sagrado Corazón de Jesús). Instituida por Pío XII en 1944
como réplica al Sagrado Corazón de Jesús.
Su devoción de remonta al S. XVII y su sentido es evangélico ya que
"la Madre medita las palabras y los hechos del hijo en su propio
corazón" (Lc 2, 19.51). Es una
memoria de tipo devocional.
Nuestra Señora de
Lourdes (11 de febrero), es una memoria instituida por Pío X en 1907 para
recordar las apariciones de la Virgen producidas cuatro años después de la
proclamación del dogma de la Inmaculada, en 1858, a una humilde muchachita
francesa de catorce años llamada
Bernardita Soubirous. Desde
entonces Lourdes se ha convertido en lugar de peregrinación y de curaciones
milagrosas y en santuario mariano muy importante. Su memoria ofrece la
posibilidad de la contemplación de María como fuente de agua viva y medicina de
los enfermos. El mensaje que la Virgen
Inmaculada nos transmite es doble: oración y caridad que son los dos hilos
conductores de la fe cristiana.
Nuestra Señora del
Carmen (16 de julio), es una memoria extendida por Benedicto XIII a toda la
iglesia universal. Se trata de un recuerdo a esta advocación en la vertiente
contemplativa, como invitación a interiorizar en la oración y en la meditación
la fe en Cristo. María escuchaba la palabra de Dios y la cumplía, meditándola
en su corazón tal como dice la antífona del Magníficat. Recuerda el nacimiento
de una orden religiosa profundamente mariana que la considera madre y hermana.
Es pues una invitación a interiorizar en la oración y en la fe en Jesús.
La Dedicación de la
basílica de Santa María la Mayor (5 de agosto). Esta memoria hace referencia a
la iglesia construida en Roma en honor de la Virgen María, Santa María la Mayor
o la Blanca, como réplica romana a la basílica de la Natividad de Belén. Su
historia hace referencia al sueño del patricio Juan al cual, el 5 de agosto del
año 352 y siendo papa Liberio, se le apareció la Virgen para pedirle que
construyese una iglesia en su honor en la colina que hubiese nieve. Comunicado
el sueño al papa se dirigen al monte Esquilino donde no sólo había nieve sino
que estaba dibujada en el suelo la planta de la iglesia. Históricamente hablando fue Sixto III en el
año 433 quien construyó la iglesia y la ofreció al pueblo de Dios embellecida
por bellos mosaicos al poco de concluido el Concilio de Éfeso, que proclamó
solemnemente la maternidad divina de María. Esta memoria evoca los grandes
temas de María como templo de Dios y nueva Jerusalén.
La memoria libre más
reciente es la de la Bienaventurada Virgen María de Loreto, decretada por el
papa Francisco, que se celebra el 10 de diciembre.
Antes de terminar hemos
de decir que el Calendario Romano general no recoge todas las celebraciones
marianas correspondiendo a los calendarios particulares con fidelidad a las
normas litúrgicas. Las iglesias locales celebran sus fiestas marianas propias.
Así, el 12 de octubre,
en España y como fiesta celebramos la de la Virgen del Pilar para recordar
según una antigua tradición el origen mismo de la fe cristiana en España. Pero
más que un recordatorio histórico o advocación concreta celebramos a la Virgen
María uniéndonos a todas las generaciones que la felicitan y la proclaman
concebida sin pecado, Madre de Cristo y asunta al cielo. Pedimos que por su intercesión la Virgen nos
concede fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor,
tal como reza la oración de su día. Su templo zaragozano nos recuerda que Ella
fue santa morada para su Hijo.
Festividad de origen
devocional ya suprimida es la del Dulce Nombre de María (12 de septiembre) y
en el calendario litúrgico de la
archidiócesis hispalense se celebra el tercer sábado después de Pascua de
Resurrección y como memoria obligatoria la fiesta de la Divina Pastora de las
Almas, devoción netamente sevillana nacida en nuestra ciudad en 1703 y creada
por el fraile capuchino fray Isidoro de Sevilla. Esta devoción se extendió de
las devociones marianas que Sevilla puede presentar como propia a todo el mundo
católico desde que en 1795 Pío VI aprobara su culto litúrgico oficial, gracias
a los desvelos y gestiones del beato fray Diego José de Cádiz.
26.7.23
LAS MEMORIAS DE LA VIRGEN (X)
Las memorias de la Virgen pueden ser obligatorias o libres. Como memorias obligatorias se celebran:
*
Bienaventurada Virgen María Reina. El día 22 de agosto se celebra la memoria de
Santa María Virgen, Reina. Es la prolongación jubilosa de la solemnidad de la
Asunción, a los ocho días después. Esta
memoria fue instituida por Pío XII en 1954 para realzar la realeza de la
Virgen, que no se contradice con su condición de sierva pues el que se humilla
será ensalzado. El emplear la Iglesia estos términos de realeza y rey para
Cristo hacen que estos términos cobren un nuevo sentido. La solemnidad de la Asunción se prolonga jubilosamente en
la celebración de la fiesta de la Realeza de María, que tiene lugar ocho días
después y en la se contempla a aquella que, sentada junto al Rey de los siglos,
resplandece como Reina e intercede como Madre (MC 6).
La
memoria de la Bienaventurada Virgen María de los Dolores el 15 de septiembre
tiene su origen en el apostolado de la orden Servita y fue extendida a toda la
iglesia por Pío VII en 1814. Los Siete Dolores de la Virgen, simbolizados en un
corazón con siete puñales, hace alusión a siete dolores de la Virgen, sin
especificar cuáles fueron éstos. El número en realidad no tiene importancia y
manifiesta una influencia bíblica, dado que en la Biblia se emplea con
frecuencia el número siete para simbolizar la indeterminación y la
universalidad. Conmemorar los Siete Dolores de la Virgen equivaldría a celebrar
todo el inmenso dolor de la Madre de Dios a través de su vida terrena. De todos
modos, la piedad cristiana y la tradición suele especificar los dolores de la
Virgen en los siguientes hechos: la profecía de Simeón; la huida a Egipto; la
pérdida de Jesús en Jerusalén, a los 12 años; el encuentro de María con su Hijo
en la calle de la Amargura; la agonía y la muerte de Jesús en la cruz; el
descendimiento de la cruz; y la sepultura del cuerpo del Señor y la soledad de
la Virgen. Esta memoria fue introducida en el
calendario universal por Pío VII en el siglo XIX siendo Pío X quien la situó en
el 15 de septiembre. Es una memoria de origen devocional que remonta a la Edad
Media. Tiene un gran contenido teológico: recuerda la presencia de María al pie
de la cruz. Al celebrarse al día
siguiente de la Exaltación de la Cruz es una ocasión propicia para revivir el
momento decisivo de la historia de la salvación y para venerar junto al Hijo
exaltado en la cruz a la madre que comparte su dolor (MC 7).
La
memoria de la Bienaventurada Virgen María del Rosario, que celebramos el 7 de
octubre, fue instituida por Pío V tras la victoria de Lepanto sobre los turcos
en 1571 y entró en el calendario universal en el siglo. XVIII. Hay que aclarar
que el objeto de esta celebración no se basa en ningún pasaje evangélico y que
el objeto de esta fiesta no es la devoción al rosario sino a la Virgen María.
La Virgen, la que mejor supo guardar las enseñanzas de Jesús guardándolas en su
corazón, debe ser para nosotros como una memoria continua del Evangelio. De su mano podemos aprender a ser discípulos
de Jesús.
La
Presentación de la Bienaventurada Virgen María, que celebramos el 21 de
noviembre, es una memoria muy celebrada en la Iglesia oriental. Recuerda la
presentación de María en el Templo, al cumplir tres años. No hay que confundir
esta memoria con la Presentación de Jesús al Templo. Tiene su origen en la
Dedicación de la iglesia de Santa María la Nueva, junto al templo de Jerusalén,
allá por el siglo VI. El papa Sixto V la extendió a toda la Iglesia en el año
1585. El contenido de la fiesta es la memoria del gozo de la hija de Sión que
se consagra totalmente al Señor. Hace relación a la dedicación que la Virgen
hizo de sí misma a Dios. No es un pasaje evangélico ya que tiene su base en los
apócrifos (Protoevangelio de Santiago), pero si es posible que sucediera.,
siguiendo la tradición mosaica.
La
memoria obligatoria más reciente ha sido introducida por el papa Francisco,
disponiendo que se celebre cada año el lunes siguiente a Pentecostés la memoria
de la Bienaventurada Virgen María, Madre
de la Iglesia. Según señala el Decreto, el Sumo Pontífice Francisco,
considerando atentamente que la promoción de esta devoción puede incrementar el
sentido materno de la Iglesia en los Pastores, en los religiosos y en los
fieles, así como la genuina piedad mariana, ha establecido que la memoria de la
bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, sea inscrita en el Calendario
Romano el lunes después de Pentecostés y sea celebrada cada año. Esta
celebración nos ayudará a recordar que el crecimiento de la vida cristiana,
debe fundamentarse en el misterio de la Cruz, en la ofrenda de Cristo en el
banquete eucarístico, y en la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los
redimidos.
En
una próxima entrega veremos las memorias libres.
24.7.23
Las fiestas de la Virgen (IX)
Una vez vistas las solemnidades de la Virgen pasamos a analizar la categoría litúrgica de las fiestas de la Virgen, en las cuales celebramos dos acontecimientos de su vida terrenal: la Natividad de la Virgen María el 8 de septiembre (fecha de comienzo del año litúrgico en la liturgia bizantina) y la Visitación (el 31 de mayo). Las fiestas se celebran dentro de su día natural y no comienzan en las Vísperas, como las solemnidades, aunque tienen lecturas y oraciones propias.
La Natividad de la Bienaventurada Virgen
María es una fiesta procedente de Oriente que celebramos el 8 de septiembre,
Esta fiesta va unida a la dedicación de la iglesia de la Natividad de María en
Jerusalén remontándose su antigüedad en Roma al menos al siglo VII. La «Marialis
Cultus» dice que esta fiesta celebra esperanza para todo el mundo y aurora de
salvación (MC 7). La Iglesia sólo celebra el nacimiento de tres santos: la
Virgen, su esposo San José y san Juan Bautista, ambos estrechamente
relacionados con Cristo. El día de la Natividad de María es la aurora, así como
la Asunción es el triunfo final. La Iglesia ve en el nacimiento de la Virgen el
comienzo de la salvación universal. Esta fecha del 8 de septiembre fue la que
condicionó la de la Inmaculada, ya que nueve meses antes de su Natividad sería
su Concepción Inmaculada, el 8 de diciembre.
El Martirologio nos dice: Fiesta de la
Natividad de la Bienaventurada Virgen María, de la estirpe de Abrahán, nacida
de la tribu de Judá y de la progenie del rey David, de la cual nació el Hijo de
Dios, hecho hombre por obra del Espíritu Santo, para liberar a la humanidad de
la antigua servidumbre del pecado.
La Visitación de la Bienaventurada Virgen María a su prima santa Isabel, que celebramos el 31 de mayo tiene su justificación en el Evangelio de Lucas (Lc 1, 39-56). Como fiesta fue instituida por Urbano VI en 1389 pero ya era celebrada por los franciscanos el 2 de julio desde el año 1263. Se ha colocado antes de la solemnidad del nacimiento del Bautista por razones lógicas, desplazando la memoria de María Reina al 22 de agosto. La MC dice de esta fiesta que la liturgia recuerda a la Santísima Virgen que, llevando en su seno al Hijo, va a casa de Isabel para ofrecerle la ayuda de su caridad y proclamar la misericordia de Dios Salvador (MC 7). María aparece como portadora de Cristo. La actitud de alegría y alabanza hace exclamar a María su canto del Magnificat.
El Martirologio nos dice de la Fiesta de
la Visitación de la Bienaventurada Virgen María, con motivo de su viaje al
encuentro de su prima Isabel, que estaba embarazada de un hijo en su ancianidad,
y a la que saludó. Al encontrarse gozosas las dos futuras madres, el Redentor
que venía al mundo santificó a su precursor, que aún estaba en el seno de
Isabel, y al responder María al saludo de su prima, exultante de gozo en el
Espíritu Santo, glorificó a Dios con el cántico de alabanza del «Magníficat».
En próximos artículos abordaremos las
memorias de la Virgen.
19.7.23
MARÍA, MADRE DE JESÚS DE NAZARET. Sucinta biografía (IV)
LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN (VIII)
18.7.23
LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA (VII)
Siguiendo con las solemnidades de la Virgen ahora abordamos el de su Inmaculada Concepción, creencia piadosa defendida expresamente en Sevilla desde el siglo XVI y declarado dogma por Pío IX el 8 de diciembre de 1854 mediante la Bula Ineffabilis Deus, día en que se celebra su solemnidad. Esta creencia está íntimamente ligada a la historia de muchas hermandades sevillanas, especialmente a la de Jesús Nazareno (vulgo el Silencio). Sixto IV introdujo esta fiesta en el calendario romano en 1476. En el Misal de san Pío V figuraba sólo como memoria y no será hasta Pío IX en 1854 cuando se proclame como dogma y se celebre como solemnidad.
La concepción inmaculada de María era especialmente defendida por los franciscanos, siguiendo las enseñanzas de Duns Scotto, y era combatida por los dominicos que seguían la enseñanza de Santo Tomás en el sentido de que sólo Cristo había estado libre del pecado original y que la Virgen fue purificada en el momento de su concepción. Si Cristo redimió a todos los hombres (redención universal) también redimió a María y si Ella no tuvo pecado original entonces ¿cómo pudo ser redimida? Este razonamiento tomista implicaba que para que la redención fuese universal debía abarcar a toda la Humanidad incluyendo a la Virgen y para que Ella fuera redimida debía haber tenido al menos el llamado «pecado original» que todos los humanos, por el hecho de serlos, traemos al mundo y que se borra con el bautismo.
El dogma hay que entenderlo como un privilegio
especial concedido a su Madre, ya que la Virgen tuvo una «redención
profiláctica»: Cristo impidió que tuviese pecado pero ese hecho la Virgen se lo
debe a Él, luego Ella fue también redimida, aunque de otra forma que el resto
de los mortales (como el médico que cura al enfermo o impide preventivamente
que alguien contraiga la enfermedad: en ambos casos el médico es quien cura).
En Sevilla hubo grandes controversias sobre el tema
llegando a tomar esta idea proporciones de manifestaciones populares cuando en
el sevillano convento de Regina, de frailes dominicos un 8 de septiembre de
1613, fiesta de la Natividad de la Virgen, un fraile profeso de ese convento se
atrevió a afirmar públicamente que la Virgen María no había sido concebida sin
pecado original sino que había sido
concebida como ustedes y como yo y como Martín Lutero y que fue santificada
después de nacer, contra la opinión extendida en la ciudad a favor de la
defensa de la Inmaculada Concepción de María. Este sermón fue al parecer la
chispa de un movimiento inmaculadista sin precedentes en la ciudad, que originó
innumerables votos, procesiones y funciones a su favor. Incluso se escribieron
unas letrillas que pronto se hicieron populares y que decían así:
Aunque se empeñe Molina
y los frailes de Regina
al prior y al provincial,
y al padre de los anteojos
(tenga sacados los ojos
y él colgado de un peral)
María fue concebida
Sin pecado origina
Duros versos que dan una idea de la defensa acérrima
de la Pura Concepción de María.
La llamada pía
opinión, defensora de la idea de que la Virgen había sido concebida sin
pecado original, era claramente defendida por los franciscanos (Duns Scoto), en
unos debates que nacen en el siglo XII y en Sevilla era opinión mayoritaria
como demuestra el hecho de que el
Cabildo de la catedral celebrara la
fiesta de la Inmaculada desde 1369. Scoto razonaba de la siguiente manera: dado
que las Escrituras no aclaran si la Virgen fue o no concebida sin pecado
original y que las opiniones sobre este tema pueden ser tres, él defendía la
más favorable a la Virgen. Las tres opiniones se resumen en que o bien la
Virgen fue concebida por sus padres, Joaquín y Ana, sin pecado original (pía
opinión), o bien fue concebida con pecado original y purificada nada más nacer
o que fue concebida con pecado original y fue purificada posteriormente.
En 1615 el movimiento inmaculadista en Sevilla llegó
a tomar tintes casi de revuelta popular yendo una embajada a Roma encabezada
por Mateo Vázquez de Leca y Bernardo del Toro para influir en el Papa al objeto
de conseguir la proclamación del dogma, cosa que no lograron de Paulo V pero si
al menos que no se defendiera en público la opinión contraria mediante la
renovación que hizo el Papa de la Constitución de Sixto IV sobre la Concepción
Inmaculada. Esto sucedió el 8 de diciembre de 1616. El poeta Miguel Cid compuso
los famosísimos versos en defensa de la Inmaculada: Todo
el mundo en general, a voces, Reina escogida, diga que sois concebida sin
pecado original.
La posterior Bula de Clemente XIII de 14 de marzo de
1767 por la cual se declaraba a la Inmaculada Patrona principal y Universal de
España y las Indias supuso un gran avance en la proclamación del dogma, ya en
el S. XIX.
Esta solemnidad, en la que se permite el color azul
en los ornamentos, se celebra justo nueve meses antes de la fiesta que celebra
el nacimiento de la Virgen, la Natividad de María el 8 de septiembre, los nueve
meses que van de la concepción al nacimiento.